miércoles, 14 de mayo de 2014

Micro Reseña 99: "Invasor del más allá", A. Thorkent

"Invasor del más allá", de A. Thorkent (Ángel Torres Quesada; La Conquista del Espacio nº143, Bruguera, Barcelona, 1973. Portada de Ángel Badía Camps).

He hecho una pequeña trampa y he leído esta novelita en la reedición de Ediciones B, "El Orden Estelar" nº4, Barcelona, 1998. Creo que es una versión idéntica a la original, y muy distinta de la que se editó en Robel, como explico más adelante... Si estoy equivocado, agradeceré cualquier corrección al respecto.

 Traoll va a ser juzgado por sus crímenes en un planeta donde hace mucho, mucho tiempo que los jueces son innecesarios. Se considera que Traoll es un atavismo, una regresión innominable que ha intentado resucitar la animadversión existente en el pasado entre los delgaduchos rills y los cabezudos attolianos, dos razas que nacieron y evolucionaron en un mismo planeta y que durante siglos se enfrentaron en una guerra atroz. Todo aquello había quedado atrás, hasta que el terrible Traoll empezó su campaña para acabar con los rills.
La sentencia, de acuerdo con el juez, tendría que haber sido la muerte. Pero la pena máxima se descartó en Attol en el pasado, de modo que la condena para este desequilibrado que, al mismo tiempo, es una mente privilegiada y el mayor científico que ha existido nunca en el planeta, consistirá en enviar a Traoll muy lejos, en una nave que vagará eternamente sin rumbo... Las opciones para el condenado son pocas: la reflexión o el suicidio. Y la pena, según attolianos y rills, es justa.
Así, Traoll es expulsado para siempre, vaga durante siglos por el espacio en una cárcel volante que lo lleva más allá de su galaxia, a muchos años luz... hasta que una nave desconocida se cruza en su camino y, por supuesto, sucede lo inevitable...

Una novela del Orden Estelar de Thorkent, protagonizada no por los habituales Alice Cooper o Adan Vilagrán, sino por el mayor Loff Lumpel, que se encuentra con una situación bastante insólita: unos bestiales e inexplicables ataques a granjeros del agrícola planeta Ompya.
Ademas, esta es la primera de las historias de la "serie múrida", protagonizada por los bichos que Ángel Badía retrató en la portada. Curiosamente, en sus estudios sobre la obra de Thorkent, Carlos Saiz Cidoncha agrupó esta serie de cuatro novelas, de las cuales la primera y la cuarta ("Guerra en el triángulo solar", de la que hablaremos en breve) también forman parte de la saga del Orden Estelar, pero no la segunda ni la tercera.
En su revisión para la edición de Robel, el autor retocó la tercera de la serie múrida, "Surgieron de las profundidades", para encajarla en la saga principal (de esto también hablaremos pronto). Y la segunda novela, "La amenaza múrida", no la tengo (pero la tendré).
Al margen de estas cuestiones bibliográficas, la recomiendo fervorosamente. Muy disfrutable, muy divertida.
(Si no me equivoco, y tal y como indica esta reseña online, en la reedición de Robel de "Invasor del más allá" -volumen 17-, Thorkent sustituyó a Loff Lumpel por Vilagrán... y me gustaría saber cómo arregló ciertos detalles, como la trama amorosa entre el mayor del Orden Estelar y la chica guapa de turno...)

ÍTEM MÁS: Después de colgar esta reseña, el amigo Rubén Soto nos envía el enlace de la extensa reseña de José Carlos Canalda Cámara, donde explica con pelos y señales la relación entre las dos versiones de esta novela. Pero ¡cuidado!, que el artículo la cuenta enterita; espera a leerla para entrar aquí.

martes, 13 de mayo de 2014

Micro Reseña 98: "Terror en órbita", Curtis Garland

"Terror en órbita", de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; La Conquista del Espacio nº86, Bruguera, Barcelona, abril de 1972. Portada de Miguel Badía).

La colaboración soviético-estadounidense da como resultado la primera plataforma espacial estable. Los astronautas que inauguran las investigaciones son, obviamente, un nutrido grupo de científicos pertenecientes a los dos bloques antaño enfrentados y ahora, al menos en el terreno de la carrera espacial, bien avenidos. Pero cuando nuestros astronautas no han hecho más que poner un pie en la plataforma, pierden la comunicación con la Tierra y uno de ellos aparece muerto de una forma en verdad extraña: sus huesos se han licuado.
Todo apunta a que, abordo de la Voskod-Star (Estrella del alba en rusoinglés), hay un saboteador. Pero los valientes científicos, aunque van cayendo uno por uno como patos de feria, no van a permitir que las diferencias políticas del pasado quiebren esta nueva unión, ¿verdad...? Y más todavía si entre chicos y chicas puede haber lío del que termina en boda...

El maestro Garland ejecuta una versión astronáutica de "Diez negritos" de Agatha Christie, entremezclado con el tema de "Alien: el octavo pasajero", pues la novela, como indica el título, quiere ser de terror.
Juan Gallardo ya era optimista en estos tiempos en lo que se refiere a las relaciones entre la Unión Soviética y los Estados Unidos (como sucede en "El único que volvió", título del que hablamos recientemente) y así, esta novela de anticipación escrita en 1972, se ha convertido hoy en una ucronía -parece que transcurre a finales del siglo XX, aproximadamente-.
No es de mis favoritas ni mucho menos, y la portada Miguel Badía ni es gran cosa, ni tiene mucho que ver con el interior del librito. Pero la verdad es que, como hemos dicho en otras ocasiones, Garland siempre se deja leer con agrado y nos lleva de la mano hasta el altar que, casi indefectiblemente, nos espera en la última página.


lunes, 12 de mayo de 2014

Micro Reseña 97: "La plataforma de los dioses", A. Thorkent

"La plataforma de los dioses", de A. Thorkent (Ángel Torres Quesada; La Conquista del Espacio nº597, Bruguera, Barcelona, enero de 1982. Portada de Miguel García, que se volvió a utilizar en el número 732 de la misma colección).

El joven Dagh Darmon ha decidido quebrantar alguna de las leyes impuestas por los Señores de la Vida: se ha acercado peligrosamente a la Franja y, tal y como cuenta el viejo bocazas de Hegarle, allí pasan cosas muy raras: una luz baja del cielo y grupos de Señores aguardan la llegada de un carro volador que cargan para que, de inmediato, vuelva a ascender a la estrellas... Darmon es muy curioso y, al contrario que los miembros de su poblado, piensa que los Señores son tan humanos como cualquiera: una vez, vio en el campo, entre unos arbustos, a un Señor acuclillado, defecando...
Pero esa noche, Darmon tienta a la suerte cuando se introduce en uno de los vehículos de sus amos y señores; es sorprendido por uno de ellos y Darmon le raja la garganta... Y desde ese momento, se convertirá en un fugitivo.
Mientras tanto, en una plataforma espacial, Rock Lambda despierta de un prolongado sueño de animación suspendida que, para su sorpresa, ha durado nada menos que cinco siglos. El antipático computador de abordo, KAL 12, no arroja luz sobre lo que puede haber sucedido, y casi todos los demás durmientes estás muertos, momificados en sus cámaras...

Este es el planteamiento de otra gran novela del maestro Torres Quesada, otra de la saga del Orden Estelar (concretamente, de la serie del Imperio Galáctico) que no fue incluida en la edición de Robel. Historia frankmilleriana en algunos aspectos, sorprendente, y que en realidad no es "La fuga de Logan", tal y como yo empecé a sospechar en un principio, sino una historia mucho más terrible y cruda. Chapeau.

(Como indicábamos, la cubierta de Miguel García, basada en imágenes de la película de Disney "El Abismo Negro", se recicló en un número posterior de La Conquista del Espacio, concretamente en "Horror llovido del cielo", de Curtis Garland, que ya reseñamos debidamente en este espacio).





domingo, 11 de mayo de 2014

Micro Reseña 96: "El único que volvió", Curtis Garland

"El único que volvió", de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; La Conquista del Espacio nº395, Bruguera, Barcelona, marzo de 1978. Portada de Luis Almazán).

El astronauta Dean Forrester vuelve a la Tierra de la fallida misión americano-soviética Proyecto Eros seis años después de que se le declarara muerto. Eros es un misterioso cuerpo celeste -casi un planeta- que se coló en el sistema solar, un poquito más allá de donde está Plutón y los esfuerzos por conocer algo más de ese páramo helado han sido baldíos... hasta ahora.
Forrester sólo puede contar sus penurias, la soledad, la tristeza por la muerte de sus compañeros -que se pegaron el gran piñazo contra la superficie del planetoide-... y curiosamente, ha olvidado un período completo de tres meses de su estancia en Eros.
A su regreso a la vida normal, lo está esperando su esposa... y Jennifer Forrester se queda en estado, ¡qué felicidad!, pero resulta que a los tres meses de embarazo va a dar a luz a... bueno, a ¡seis niñas! de ojos color violeta, pelo plateado y miradas malignísimas... Vamos a ver, vamos a ver... ¿Tres meses? ¿Será que la señora Forrester se la pegó al astronautra con su mejor amigo? Eso es lo que piensa todo el mundo... hasta que a la NASA empiezan a llegar señoritas con partos múltiples  y muy, muy prematuros (¿un embarazo de 24 horas?; ¿y por qué no?).
Y todas esas criaturitas (hembras, hembras todas) crecen a velocidad vertiginosa, y... y las cosas empiezan a ponerse muy mal para el planeta Tierra.

Esta es una novela muy divertida y muy satisfactoria del gran Garland. Es, obviamente, una variante sobre el tema de "Los cuclillos de Midwich" de John Wyndham ("El pueblo de los malditos", que todo el mundo habrá visto en su versión original o quizás la de Carpenter), pero también bebe de otras fuentes.
Para empezar, me ha parecido una historia farmeriana (por Philip J. Farmer), y no en el sentido mitográfico creativo, sino porque se adentra en el tema de las relaciones sexuales con seres extraterrestres y sus resultados. Además, me parece una historia muy osada que, sinceramente, no sé muy bien cómo logró pasar la censura, pues los bebés "lanzaban miradas libidinosas" (en serio), y cosas así... Y sí, hay mucho sexo. De hecho, Dean Forrester se pone las botas con medio Cabo Cañaveral...
Pero mejor será no entrar en detalles y dejar que ustedes busquen esta novelita y pasen un par de horas estupendas. (Y no se echen las manos a la cabeza por esta historia de promiscuidad intergalactica , desmembramientos y monstruos, pues como es de esperar, por mucho pecado que se cometa y por mucha burrada que se insinúe, Curtis siempre se saca una buena boda de debajo del sombrero...)

sábado, 10 de mayo de 2014

Micro Reseña 95: "Los pajaritos ciegos", Lou Carrigan

"Los pajaritos ciegos", de Lou Carrigan (Antonio Vera Ramírez; La Huella nº81, Bruguera, Barcelona, mayo de 1976. Portada de Salvador Fabá. Reedición en Servicio Secreto nº1716, Bruguera,. 1983; y en Punto Rojo nº50, Ediciones B, 1994).
Servicio Secreto nº1716, Bruguera, 1983
El psiquíatra Amos Grant decide prestar sus servicios a la policía de Nueva York. Y llega en buen momento, pues hay un par de asesinatos aislados que presentan puntos en común: cuerpos cosidos a puñaladas y, detalle macabro, los ojos pinchados repetidamente con agujas (post-mortem, por suerte). Para llevar a cabo la investigación, Grant contará con la ayuda (o viceversa) del sargento de detectives Kester Hyde, que es un poli de los buenos, de los duros, de esos que molan.
El caso los llevará por lugares sórdidos, como una agencia de actores porno, discotecas con muchas luces (recordemos que estamos en los 70) ambientadas por grupos musicales compuestos no se sabe si por hombres o mujeres (porque ¡llevan el pelo muy largo!), la casa donde viven dos simpáticas ancianas -un poco raritas ellas- y otros lugares divertidísimos... Y por supuesto, los héroes tendrán que vérselas con asesinos a sueldo y con guapas mozas retozonas deseosas de echarse novio. Todo esto, con el trasfondo de una serie de crímenes que, al parecer, tiene su origen en los viejos buenos tiempos de un grupo de amigos, que cuando eran niños hicieron algunas cosas de las que quizá no estuvieran demasiado orgullosos...

Nuestro amigo, el escritor Carlos Díaz Maroto, tiene en altísima estima este thriller psicológico y bastante bestia del maestro Lou Carrigan, y no seré yo quien le lleve la contraria, pues me lo he pasado bien. Yo diría que la historia debe mucho a las muchas secuelas, imitaciones y knock-offs realizados sobre el clásico "Psicósis" de Hitchcock (ni me molesto en mencionar la novela original de Robert Blotch, eclipsada por el filme), y quizá con cierta terrorífica película que no voy a mencionar aquí para no dar más pistas... Todo esto, aderezado con una pareja de polis que, para variar, no son "el poli bueno y el poli malo", ni "los dos polis opuestos", pues en realidad, aunque uno sea un veterano y el otro un psiquiatra, ambos son muy buenos a la hora de repartir estopa.
Que sí, que está muy bien la novelita, y cuenta con detalles tan jodidamente escabrosos que, lo confieso, me revolvió las tripas. Muy recomendable.

(Otra reseña de esta misma novela, en Bolsilibros Bruguera, por Antonio Guerrero).

Punto Rojo nº50, Ediciones B, 1994.

viernes, 9 de mayo de 2014

Micro Reseña 94: "Conflicto en Lhupara", A. Thorkent

"Conflicto en Lhupara" de A. Thorkent (Ángel Torres Quesada; Héroes del Espacio nº122, Ceres, Barcelona, agosto de 1982. Portada de Miguel García, reciclada del nº204 de La Conquista del Espacio, Bruguera, 1974).

James Farmer pierde la memoria cuando su capsula espacial se estrella en mitad de un desierto. Lo primero que se encuentra conforme sale a luz de un sol desconocido es una araña gigante que quiere devorarlo. Farmer huye mientras escucha a sus espaldas los sonidos que emite la veloz y hedionda araña. Intenta buscar refugio en una oquedad entre las montañas, pero tropieza y... justo cuando la araña va a atraparlo, unas extrañas flechas metálicas se clavan en los ojos de la araña. Y la sorpresa es mayúscula cuando Farmer descubre que su salvador (salvadora, en realidad) es una bellísima amazona cuasi desnuda que monta a lomos de un enorme lagarto...

Este es sólo el comienzo de una extraordinaria novela de aventuras y fantasía, que contiene ecos de Philip José Farmer -o eso queremos pensar nosotros- y del "Cosecha roja" de Dashiel Hammett -en serio-. No vamos a estirar la sinopsis ni un milímetro, pues esta historia merece todas y cada una de las sorpresas que el Maestro Torres Quesada siembra a lo largo del camino: malos malísimos, buenos que quizá no sean tan buenos -pero puede que sí, claro-, hombres bestia a lomos de monstruosos caballos, razas de salvajes extraterrestres, luchas a espada, traiciones, enanos verdes, naves espaciales, enigmas envueltos en el lodo del pantano... Todo esto y mucho más en "Conflicto en Lhupara", una novela que pertenece a la saga del Orden Estelar de A. Thorkent (concretamente, a la serie del Imperio Galáctico) y que Carlos Saiz Cidoncha -en su artículo El Orden Estelar: La historia del futuro de Thorkent, publicado en Nueva Dimensión nº102- situó en el número 2 en el orden de lectura de la citada serie... aunque en la moderna edición de Robel se ha eliminado, lamentablemente, este emocionante relato de puro pulp clásico.
Volveremos en este blog en muchas más ocasiones sobre las obras de Thorkent, el autor de bolsilibros al que servidor de ustedes más leyó en otra época, y al que he regresado con muchas ganas y verdadero deleite.
No diré que se trata de un redescubrimiento, pues jamás me había olvidado de las novelas del gran Torres Quesada... pero en cualquier caso, es un placer volver a surcar el espacio con el autor que elevó la media de los bolsilibros de ciencia ficción de Bruguera.

La Conquista del Espacio nº204, 1974



jueves, 8 de mayo de 2014

Micro Reseña 93: "Querida Katty", Silver Kane


"Querida Katty", de Silver Kane (Francisco González Ledesma; Selección Terror nº9, Bruguera, Barcelona, abril de 1973. Portada de Alberto Pujolar).

Unos policías encuentran el cadáver de una chica en un pantano. Más o menos al mismo tiempo, la joven y atractiva Katty Wolseley entra en posesión de la herencia que le ha legado su tía: un caserón a las afueras de San Francisco. La tía de Katty fue asesinada en circunstancias extrañas, y la casa no es lo que parece: se suponía que la tía de Katty daba clases a jovencitas, pero allí lo que tenía montado era un prostíbulo... Katty empieza a recibir llamadas obscenas y, durante su primera noche, es violada por un individuo monstruoso que va, literalmente, vestido como el Conde Drácula... Por suerte, Katty pierde el conocimiento durante el ultraje, pero cuando despierta se encuentra con que el violador sigue allí.. muerto y sin una gota de sangre en el cuerpo.
El abogado que gestiona la herencia tiene especial interés en que Katty venda la propiedad y se largue de allí (con razón, piensa el lector), y lo mismo sucede con el guaperas del sobrino del abogado, que aparece por la casa para proteger a Katty de violadores chupasangres y de jefes de policía que estaban en el negocio del prostíbulo...
Y por si esto fuera poco, a Katty le queda la duda de si será cierta la historia sobre la hija adoptiva de su tía, a la que encontraron en el Amazonas y que, según cuentan, fue criada por murciélagos vampiro...

Así, en frío, este argumento disparatado puede resultar bastante atractivo (seguro que os están entrando ganas de leerla), pero la verdad es que la novela no se sostiene. Estoy convencido de que el maestro Silver Kane se escribió la novela en dos noches (o quizá sólo una), improvisando todo lo improvisable (cosa que me parece bien), pero sin prestar la más mínima atención a la coherencia interna del texto o a la solidez de los personajes, que no son más que una panda de machos violadores abusadores hijos de puta.
Repito, esto podría tener su intríngulis, pero ni con los vampiros atómicos (en serio) se arregla este temprano desaguisado de la colección Terror de Bruguera. Una pena, porque la historia tiene el impecable estilo de González Ledesma, pero ningún fuste. (Me he acordado de una novela corta de mi buen amigo Juan García Rodenas, un "Elseworlds" sobre Tarzán cuyo punto de partida, el lector avispado ya habrá adivinado...)
Fantástica, eso sí, la portada de Pujolar, que sí ilustra el relato.


lunes, 5 de mayo de 2014

Micro Reseña 92: "El ser", Marcus Sidereo

"El ser", de Marcus Sidereo (María Victoria Rodoreda Sayol; La Conquista del Espacio nº311, julio de 1976. Portada de Miguel García).

Un coñazo no insufrible, porque lo he aguantado (malamente) hasta el final.
Parábola (acertada en parte) de una civilización post-humana, es decir, robótica, dotada de inteligencia y "humanidad" (suponemos que "organicidad", valga el palabro) por El Ser que da título a la novela, una criatura que, por desgracia, no es el simpático marciano malvado verdoso que retrata Miguel García en la prometedora portada, sino un trasunto de Dios -de "Dios" en plan Yavé, no "Dios" en plan Star Trek-. La historia está narrada en un tono cuasi bíblico, vemos pasar las generaciones y los hijos de los hijos, y los robots humanos son exactamente lo mismo que sus predecesores: una panda de ingenuos y también una panda de hijos de puta que terminan drogándose, yendo de putas y haciendo la guerra. Pero ¿al menos hay un gran castigo final para todos, como El Ser prometía? Pues no. Los justos (dos o tres) se salvan.
¿Hay mensaje? Sí. ¿Me gustan los simplistas planteamientos ideológicos de la historia? Sí, claro; a mí también me gusta la paz y el buen rollo, y también soy consciente de que siempre viene un gilipollas (un robot gilipollas, en este caso, y tiránico) a joder el día.
Castaña epopéyica gorda, que no obstante, está bien escrita y, repito, he leído hasta la última línea. Aunque bien me la podría haber ahorrado.
Supongo que, antes o después, volveré a Marcus Sidereo, aunque no sea más que por las amables palabras que le dedica nuestro amigo Llosef en su blog... quizá he tenido mala suerte y he dado con una novela mala de narices, sencillamente.

domingo, 4 de mayo de 2014

Micro Reseña 91: "Escrito en el tiempo", Silver Kane


Escrito en el tiempo, de Silver Kane (Francisco González Ledesma; La Conquista del Espacio nº181, Barcelona: Bruguera, enero de 1974. Portada de Alberto Pujolar).


Milton es de los que se gasta el dinero en los bares. Trabaja como técnico en Secretville (Arizona), una ciudad a la que sólo se puede acceder con un permiso especial, pues es el lugar donde viven las personas relacionadas con las pruebas nucleares subterráneas realizadas por el Gobierno de los Estados Unidos en aquella zona.
Además, Milton es un violador y asesino de mujeres con cierta experiencia, aunque con poca capacidad de continencia. Cuando se las arregla para capturar una nueva víctima a las afueras de la ciudad y arreglar su crimen para que parezca un accidente automovilístico, las cosas empiezan a torcerse. Para empezar, tras su nueva "hazaña", Milton se pega un piñazo con su Harley Davidson y un desconocido vestido de negro corre a socorrerlo. Ese mismo desconocido ofrecerá su propia sangre en el hospital de Secretville donde Milton está moribundo...
Cuando Milton se recupera, las cosas empiezan a parecer distintas: el bar de Joe, adonde suele ir a emborracharse, tiene un aspecto diferente: hay una pantalla de televisión que ocupa toda una pared, así como una máquina que hace cócteles automáticos y a la carta, y...
Pero no. No todo ha cambiado. Algunas cosas siguen siendo las mismas de siempre. Por ejemplo, su querida amiga Elena, ciega, a la que Milton le debe la vida. Y las cosas perras de la vida siguen ahí, como una pareja de agentes del FBI que le están pisando los talones.
Y no obstante... No obstante, Milton se ha percatado de que no sólo al bar de Joe (que de repente, vuelve a ser el de siempre) le están pasando cosas raras... Y si a esto le añadimos la aparición de un viejo conocido de Milton, un tipo de la mafia que quiere liarlo para realizar una ambiciosa operación relacionada con un montón de droga, podemos decir que la vida del bastardo de Milton se está complicando por momentos.
Y eso que todavía no sabe quién era ese tipo tan extraño que lo auxilió en su accidente...

Grande no, ¡grandísima novelita! del gran Silver Kane, del que no conocía su faceta como autor de ci-fi (me consta que escribió tres títulos más para La Conquista del Espacio, así como un buen montón de novelas de "espionaje fantástico" para la colección Enviado Secreto de Bruguera).
Este curioso híbrido entre episodio de Twilight Zone, novela de Jim Thompson e historia de gángsters setentera me ha parecido, sencillamente, el mejor título que he leído dentro de la colección donde se publicó. Que esta historia no sea más conocida y que no esté reeditada me parece no sólo una pena, sino un error gravísimo. Los aficionados a la ciencia ficción, o simplemente a las buenas historias bien escritas, se están perdiendo un auténtico clásico que reinvindico no desde la nostalgia (pues nunca antes lo había leído), sino desde la perplejidad que me produce saber que, en las listas de "las mejores historias fantásticas españolas", no figure este excepcional título.
Me quito el sombrero ante el Maestro González Ledesma.

(Los otros títulos de Silver Kane en LCDE son: "La casa del frío eterno" (nº169); "El cerebro" (179) y "Mil millones de ojos" (182). No los tengo, y ardo en deseos de hacerme con ellos para devorarlos. Lo único que lamento, a priori, es que Silver Kane no escribiera muchos más en este terreno...)

sábado, 3 de mayo de 2014

Micro Reseña 90: "El secreto de los yetis", H.S. Thels


"El secreto de los yetis", de H.S. Thels (Enrique Sánchez Pascual; Espacio: El Mundo Futuro nº170, Toray, Barcelona, 1959. Portada de Jorge).

Una inteligente, temprana, y tirando a melodramática aproximación al asunto del Abominable Hombre de las Nieves, que en 1959, año en que Sánchez Pascual escribió esta novela, estaba bastante de moda y era algo relativamente novedoso en España (y en el resto del mundo, en realidad). La portada de Jorge (algún día descubriré cómo se apellida este ilustrador) me parece maravillosa, muy evocadora, efectiva, y una delicia multicolor y pastelosa (pero con largos colmillos).





Un reportaje sobre el Yeti en la revista Diez Minutos, 1954.
Muy anterior a la versión que Curtis Garland realizó en 1975 (y que ya reseñamos aquí), la de un Sánchez Pascual enfundado en su heterónimo H.S. Thels, también se inspira en la película The Abominable Snowman (1957) de Val Guest (con Peter Cushing), y echándole un poco de imaginación, podríamos decir que funcionaría como secuela del filme.

Una periodista francesa reúne a sus amigos de la universidad (todos ellos afamados científicos) para montar un pequeña expedición en busca del novio de la chica, un reportero fotográfico que ha desaparecido -presumiblemente, ha muerto- en el Himalaya durante su viaje para determinar de una vez por todas la inexistencia del Yeti. Lo único que ha quedado de él ha sido una cámara fotográfica con las consabidas fotografías de huellas gigantescas de pies humanos en la nieve...
Una parte demasiado importante de la novela se desarrolla entre los dimes y diretes de los amigos de la periodista y sus giros y piruetas para abortar el proyecto. Pero la chica, tozuda, se larga solita... o casi, pues uno de los amiguetes franceses se apunta, en plan cuidador: "No podemos permitir que una mujer realice sola ese viaje". Y además, el amiguete en cuestión tiene planes ciertamente libidinosos para el trayecto...
Todo esto podría parecer un tostón de primera, pero no lo es, porque está muy bien contado. Y además, la obra cuenta con personajes muy interesantes, como el guía indio que había acompañado al fotógrafo en su primer viaje -y que se apunta de nuevo a esta presumible catástrofe exploratoria-, o detallitos curiosos acerca de religiones raras del Tibet que, sinceramente, no me he parado a buscar en Wikipedia ni en parte alguna, y que son tan pintorescos como sangrientos -nada que ver con el lamaísmo de "Tintín en el Tibet" o de otras historias yetiescas.
El monstruo se hace de rogar, pero cuando sale, la verdad es que da gusto verlo -o leerlo-. Y el final contiene un twist que habría sido impredecible para mí, de no ser porque conozco la vieja historia de Joseph Jorkens (escrita por Lord Dunsany) acerca de los yetis... y los platillos volantes.

Definitivamente, me gusta, aunque se le vean los cables y muchos puntos estén cogidos con pinzas (y eso sin contar con el final precipitado, etc). Me ha dejado buen sabor de boca. Y eso, junto con la cubierta, me basta.

Me gustaría mucho leer la versión del tema escrita por Héctor Germán Oesterheld con el pseudónimo de L.P. Parker, "Monstruo de las nieves", publicada en la argentina colección Sideral nº14 de Editorial Póker, en septiembre de 1967. (Más información sobre esta colección, en nuestro blog amigo Bolsilibros).
Portada de Larrea para Sideral nº14 (Argentina, 1967), cortesía del blog Bolsilibros
Sánchez Pascual, bajo otro de sus muchos nomes de guerre (concretamente el de Alex Simmons), también tuvo a bien escribir su propia crónica sentimental novelesca dedicada al primo yanqui del Yeti, esto es, el Bigfoot, en otra novela de la que también hablamos aquí en su momento: "El misterioso Bigfeet".
Los antropoides peludos gigantes, definitivamente, molan.

viernes, 2 de mayo de 2014

Micro Reseña 89: "Ahorcado, dame tus ojos", de Curtis Garland


"Ahorcado, dame tus ojos" de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; Thanatos nº13, Ediciones Forum, Barcelona, marzo de 1985. Portada de Prieto - Agencia Norma).
 El gran Juan Gallardo, en esta su etapa post-Bruguera, nos ofrece una de sus producciones gótico hammerianas más explícitas, aunque no basada en ningún film de la productora británica que yo conozca:

Estamos en algún momento del siglo XIX (finales) y el doctor Frank Shelley, salido del londinense Bart's (el hospital donde hizo las prácticas y estudió el buen doctor John H. Watson), va de camino a algún rincón centroeuropeo para tratar los extraños males de un Gran Duque. Ya cerca de su destino, la diligencia se detiene en mitad de la noche justamente al lado de un ahorcado, otro noble, en este caso un criminal al estilo Giles de Rais, al que el pueblo ha juzgado, condenado y ejecutado. Mientras la diligencia sigue de camino, un par de figuras envueltas en macfarlanes salen de la arboleda, descuelgan al ahorcado, lo decapitan y se llevan la cabeza en una caja de sombreros.
El joven doctor Shelley, a su llegada a la mansión/castillo, se encuentra con el Gran Duque, su exhuberante amante (salida directamente de algún cartel de la Hammer, una vez más), y el siniestro, psicopático y odioso hijo ciego del patrón, un niñito que se dedica a sacarle los ojos a cada bicho que cae en sus manos...
Junto con Shelley llega la nueva institutriz austríaca que habrá de enderezar al chaval... pero eso sucede, claro, después de que los misteriosos trasuntos de Burke y Hare (o de Frankenstein y su jorobado) hayan realizado una operación quirúrgica condenada por hombres de ciencia y, sobre todo, por la iglesia...
Y el niño, milagrosamente, vuelve a ver. Y por supuesto, los crímenes comienzan a sucederse (ojos fuera todo el rato y otras lindezas...), y nadie parece estar a salvo, aunque todos sepamos que el doctor Shelley es el bueno de la película y que, al final, tendrá que casarse con alguien por obra y gracia de Curtis Garland...

Más desparramada, gore y splatter que otras novelas del Maestro, "Ahorcado, dame tus ojos", me ha parecido un típico Garland de terror victoriano, con sus referencias obvias a clásicos del terror y a las turgencias femeninas. No es, ni de lejos, la mejor obra de Juan Gallardo, pero la ejecución es impecable, los ambientes son perfectos (siempre hay un majísimo perrito junto al fuego que se percata de que en la sombrerera hay algo raro), y aunque a mí no me ha matado la historia, reconozco que está bastante, bastante bien. Tanto, que diversos amigos de La Tercera Fundación tuvieron a bien comentar esta obrita en su imprescindible base de datos: aquí tienen el enlace para leer dichas opiniones.

jueves, 1 de mayo de 2014

Micro Reseña 88: "Terror en la Antártida", Joseph Berna



"Terror en la Antártida" de Joseph Berna (José Luis Bernabéu López, Selección Terror nº541, Bruguera, Barcelona, julio de 1983. Portada de Antonio Bernal).

Lo prometido es deuda: tal y como adelantaba en la reseña de "Cazadores de fantasmas", obra también de Joseph Berna, he vuelto a picar. Y gracias a la magnífica portada del tristemente desaparecido Antonio Bernal, que prometía... bueno, ¿qué es lo que veía yo en esa portada desde que era un chavalito? Básicamente, una INCREÍBLE aventura de exploradores antárticos enfrentados a misterios insondables que, en algún momento, tomarían la forma de un monstruo gigante y recubierto de pelo blanco, una suerte de "El yeti viaja al Polo Sur". O, más concretamente, una revisión de "Who Goes There?" de John W. Campbell Jr. ("La cosa" de Carpenter, para los amigos), y quizá un toque lovecraftiano salido de "En las montañas de la locura"... ¿Era posible, incluso, que estos pioneros de los hielos se toparan con los esqueletos de Arthur Gordon Pym y Dirk Peters? ¿Acaso la forma blanca que aquellos dos atribulados marinos del siglo XIX se hubieran topado con una gran figura blanca envuelta en brumas, y que esa figura fuese... UN MONSTRUACO DE LOS BUENOS?
Como diría alguno de mis críticos más feroces: "Imaginación. El problema es que este caballero tiene demasiada imaginación".
Y en este caso es cierto, pues esa portada de Bernal se habría merecido, como mínimo, una buena historia, y no el apático relato de persecución de tetas y culos que nos brinda Joseph Berna.

La sinopsis es la siguiente:

Una base norteamericana en la Antártida (una Antártida repleta de osos polares -detalle que hará las delicias de amigos como José Manuel de Cárdenas-, los cuales no aparecen en ningún momento... quizá porque allá abajo NO HAY osos polares). De la nada sale un monstruo de dos metros y medio (un monstruo ANTÁRTICO, y eso debe quedar claro, pues es un adjetivo exótico que a Berna le gusta y lo utiliza una y otra vez). El monstruo se carga de vez en cuando a los miembros de la base, y también a los perros de los trineos (porque Berna había visto "La cosa" de Carpenter y se acordaba de los perros). Al mismo tiempo, se sucede el drama: hay dos chicas en la base (la que se deja y la que se deja, pero menos) y un maromo al que conquistar. Y mientras los compañeros mueren a manos del monstruo, el trío erótico-festivo está a ver en qué habitación se mete para mostrar y tocar tetas, etc. Que de esto último es de lo que va la historia, pues lo del monstruo es anecdótico.
Y todo esto, con el habitual estilo puntoyapártico del autor, los chistes imposiblemente tontos, la inexistencia de unos personajes que lo mejor que podrían haber hecho era morir antes de haber nacido... En fin, un desastre como pocos he leído en mi vida.

De nuevo, Joseph Berna compone un auténtico manual inverso para escritores. Y lo digo sin acritud... aunque en esta ocasión, ni siquiera me ha arrancado una sonrisa la ingenuidad de su prosa. Con todo el dolor de mi corazón, debo decir aquello de: "Santo Tomás, dos... y ni una más".