martes, 17 de septiembre de 2013

CROWDFUNDING DE "LA FRATI NIGRA", nueva novela de Lem Ryan: quedan 7 días


Queridos amigos:

Os escribo para recordaros que queda tan sólo una semana (hoy es día 17 de septiembre) para que concluya el crowdfunding para publicar LA FRATI NIGRA, la nueva novela lovecraftiana de Lem Ryan. El enlace es ESTE:


y si lo compartís donde podáis, o se lo enviáis a amigos que puedan estar interesados, sería fantástico. De verdad.



Lem es un autor excepcional, que abrazó el hibridaje de géneros desde que comenzó en el mundo profesional de las letras (un mundo muy distinto del presente) cuando escribía con dieciséis añitos para diversas colecciones de bolsilibros de Bruguera allá por 1982. En sus novelas uno puede encontrar a hombres lobo abducidos por marcianos, astronautas que llegan a planetas cthulhianos, polis duros enfrentados a ultracuerpos, bárbaros de toda catadura, futbolistas (sí, futbolistas), karatecas, pistoleros del viejo Oeste armados con cruces, estacas y agua bendita para enfrentarse al Conde Drácula, y un millón de cosas más.

Cosas que ME GUSTAN. Cosas que SÉ QUE OS GUSTAN.




El crowdfunding de Lem (cuyo verdadero nombre es Francisco Javier Miguel Gómez) ha superado ya el 50% de recaudación, y además de LA FRATI NIGRA, ofrece la reedición del mítico CAZADORES DE VAMPIROS, un Weird Western con Drácula, así como una nueva novela de su personaje más emblemático, KATHAM, que cruza sus caminos en esta ocasión con criaturas salidas de Los Mitos de Cthulhu. Echad un ojo a las suculentas recompensas, pues hay de todos los precios, gustos, colores y sabores (incluso se ofrecen estas novelitas sueltas por sólo 8 euros cada una... ¡vamos, no perdáis el tiempo aquí, seguid el enlace!)



Escribí en este mismo blog (y también en mi blog sobre novelas de a duro) un extenso artículo informativo sobre Lem Ryan como mitógrafo creativo. Si no tenéis otras referencias, echadle un vistazo y, estoy seguro, acabaréis apoyando el crowd de LA FRATI NIGRA.

Si queréis tener estos libros, AHORA ES EL MOMENTO (luego serán más caros).
Si queréis leer CAZADORES DE VAMPIROS, apoyad el crowd.
Si queréis leer KATHAM Y LAS SOMBRAS DEL CAOS, apoyad el crowd.
Si queréis tener un fantástica lámina de José Baixauli, apoyad el crowd.

Si queréis que LA FRATI NIGRA EXISTA, apoyad el crowd.


Repito: AHORA o NUNCA.





lunes, 9 de septiembre de 2013

Micro Reseña 84: "Algo demasiado horrendo", Peter Debry


"Algo demasiado horrendo", de Peter Debry (Pedro Víctor Debrigode; Punto Rojo nº425, Bruguera, junio de 1970; portada de Rafael Cortiella).

Por la portada (y la colección) de esta novelita del maestro Debry, nade diría que estamos ante un título francamente insólito... pues no se trata de una historia policíaca estándar, ni de un relato de espías, sino de un pastiche de "Los Vengadores" donde John Steed y Emma Peel se convierten en Archer Holigan y Evelyn Brent, agentes de una agencia británica de seguridad comandada por el vegetariano Gran Patrón... y tendrán que enfrentarse nada menos que a unos zombis que andan sueltos por los barrios bajos de Londres.

Un hombre se cuela en la jaula de un zoo y muere a manos de un chimpancé. ¿Una imprudencia? No, un intento de robo... Pero los agentes Holigan y Brent no tienen que investigar esa extraña muerte, más o menos accidental porque Interior esté interesado en los monos, sino porque el individuo llevaba ya muerto y enterrado varios meses...
En el Departamento de Investigaciones Científicas, unos siniestros doctores trabajan duro para reanimar cadáveres, y el difunto profesor Frolick legó su cerebro (que se conserva en un tarro de cristal y está todavía vivo) a sus compañeros del proyecto...
Y Lazarus Chrichton, un capellán y antiguo compañero de Holigan durante la Revolución Mau-Mau, que renegó del cristianismo y montón su propia religión druídica basada en la reencarnación y la resurrección de la carne, presenta en público a Jasper Rains, un tipo que acaba de salir de la tumba. El interrogatorio de Evelyn Brent no tiene desperdicio:
"-¿De qué murió usted?
-¿Eh? Ah, pues no sé. La gente como yo se limita a morir, señorita. No gastamos enfermedades caprichosas ni medicinas caras. Nos morimos. Así, sin más.
-¿Qué decía el certificado de muerte, Rains?
-No estaba yo en posición apropiada para poderlo leer, señorita.
-¿Qué día murió?
-No llevaba cuenta de los días. Era antes de la Pascua Florida.
-Seguimos estando antes de la Pascua de Resurrección, Jasper.
-Ah, entonces he muerto recientemente. Era un día de la semana.
-¿Dónde vive?
-Normalmente, duermo por los matorrales cuando el tiempo es bueno. Pero paso el invierno por las granjas donde, salvo que hay que trabajar un poco, le dan a uno pitanza, calor y cama.
-¿No tiene usted un trabajo fijo? -intervino Holigan.
-No, señor. Me inscribí en los parados, pero no hay manera..."
Y todos los zombis que van apareciendo (a excepción del señor Rains) son antiguos trabajadores del Departamento de Investigaciones Científicas, ya fallecidos.

Peter Debry, después de haber visto un buen puñado de episodios de "Los Vengadores", desata su más ácido sentido del humor en esta negra comedia de agentes poco secretos que tienen su "sala de interrogatorios" en el garaje de casa, de hembras intrépidas, de muertos vivientes, de doctores chiflados, y de brillantes secundarios como el agente Charles Lafayette, un negro jamaicano que se mete al servicio secreto británico para "contar con alguna experiencia" en su futuro puesto como ministro de su país...
No conocía esta faceta satírico-paródica de Debrigode, pero me ha encantado. Sin ser una de esas "buenas novelas negras" a las que ya me estoy acostumbrando, el cambio es sumamente refrescante, original y más que válido: ahora resulta que Debry también era un pastichero muy cercano a la mitología creativa...
En fin: esta es una gratísima sorpresa, sólo una de las muchas que, estoy seguro, me depara la lectura de la amplísima producción de este Maestro que, repito, debería estar más reconocido y reeditado.
¡Muy bien! ¡Y además salen monos!

sábado, 7 de septiembre de 2013

Micro Reseña 83: "Murió mil veces", Curtis Garland


"Murió mil veces", de Curtis Garland (Juan Gallardo Muñoz; La Conquista del Espacio nº180, Bruguera, enero de 1974; portada de Alberto Pujolar).

En una noche de Carnaval en Londres, un grupo de amigos y amigas borrachos y disfrazados (de Jack el Destripador, de Dick Turpin, de María Estuardo, de Julieta Capuleto...) se encuentran en mitad de la calle con el cadáver de un hombre vestido a la moda de finales del siglo XIX. A continuación, un siniestro individuo disfrazado de esqueleto (con un rostro demasiado realista) se aproxima a ellos para ayudarlos, pero desaparece cuando llega un automóvil conducido por Carter Bridell, conservador del Museo Histórico Cromwell que, profundamente deprimido (pues a su bella novia le han diagnosticado un tumor cerebral incurable y la chica está agonizando en un hospital), se ofrece para echar una mano, encargarse de dejar a las chicas del grupo en un lugar menos inhóspito a esas horas de la noche (y con esa niebla que está cayendo, madre mía) y avisar a la policía.
Hasta aquí todo estaría dentro de lo "normal". Pero cuando Carter regresa con un bobby al lugar donde se encuentra el cadáver, los disfrazados han desaparecido como por ensalmo. Y cuando suben el cadáver a la ambulancia, tanto el policía de a pie como Carter se percatan de que el disfraz del muerto es realmente bueno... parece sacado de 1850. Y las cosas siguen poniéndose raras en el momento en Carter se percata de que, aunque deben ser las 4 de la madrugada, su reloj marca las doce. Lo mismo que el del agente.
Y lo mismo que el reloj que lleva puesto el muerto.
Esto no sería más que una anécdota si la ambulancia no se hubiera estrellado, y si Carter, al conseguir salir de entre los hierros, no se hubiera pegado el susto del siglo al escuchar una voz a sus espaldas que le dijo: "¿Me busca a mí, señor Bridell?"
Por supuesto, se trata del cadáver...

Así da comienzo "Murió mil veces", otra novela de inmortales del maestro Garland, que inevitablemente tendremos que comparar con el clásico "Yo, Lázaro" (su primera incursión en La Conquista del Espacio) y con "El señor del tiempo" (una tardía revisión del tema escrita y publicada en 1984 en Héroes del Espacio). Estoy seguro de que Juan Gallardo Muñoz cultivó este mismo subgénero en otros títulos de la colección La Conquista del Espacio que aún no hemos podido leer, como "Titanes de vida eterna" (nº204), "Vejez de siglos" (nº75) o "Una mujer llamada 'Eterna'" (nº631), entre otros.

"Murió mil veces" resulta muy agradable de leer (casi como ponerse unos zapatos viejos), pues es Garland puro. No obstante, no deja de ser un pequeño vídeo juego en el que hay que ir pasando todas las pantallas hasta llegar al monstruo final (un villano intergalactico, interdimensional, hipertemporal, y yo qué sé qué más cosas, que se hace llamar "Ziborg", nada menos) que, en realidad, ha estado presente a lo largo de toda la novela e incluso desde sus primeras págians.
Entretenida, inferior a "Yo, Lázaro", pero merece la pena.

ÍTEM MÁS: El amigo Martin Ravencroft ha localizado la fuente de inspiración (al menos una parte) de esta cubierta de Alberto Pujolar: Pertenece a "Frankenstein" de James Whale. Aquí la tenéis:




Y aún algo más: la cubierta original de Pujolar se reutilizó años después en el 549 de Selección Terror, que aquí reproducimos:


viernes, 6 de septiembre de 2013

Micro Reseña 82: "Duerme bien, querida", Mark Halloran


"Duerme bien, querida", de Mark Halloran (Jordi Gubern i Ribalta; Servicio Secreto nº382, Bruguera, diciembre de 1957. No sabemos de quién es la portada. ¿Alguien idenfitica al autor?)

Boyd Musgrave (qué prometedor y holmesiano apellido, ¿verdad?) es un agente del servicio secreto de los Estados Unidos en un país sin identificar del norte de África, muy posiblemente Egipto. Anda por allí con su compañero Gunther para cubrir al agente Warren, encargado de atrapar a un misterioso individuo que está haciendo al servicio de espionaje americano y ya ha entregado a cuatro infiltrados en la URSS a las autoridades soviéticas. La cosa se tuerce cuando Musgrave recibe un paquete que contiene la mano de Warren, lo que viene a indicar que va a haber tortas.
Musgrave entra en un laberinto de misterios donde hay un par de bellas damas misteriosas, un explícito chantajista suicida llamado Ibrahim Bazuk, y otros individuos dispuestos a zurrarle la badana al duro Musgrave, que no termina de enterarse de por dónde le llegan las tortas. El misterio no deja de oscurecerse y Musgrave no tiene más remedio que preguntarse todo el tiempo: "Pero ¿qué diablos es lo que sucede aquí?"

Vaya por delante que, como ya he dicho en alguna ocasión, mi afición por las historias de espionaje es prácticamente nula (por mucho que "El tercer hombre" sea una magistral historia de espías). De Mark Halloran he oído decir muchas cosas, y casi todas ellas son buenas. De hecho, se le considera uno de los grandes de la serie negra española fundacional junto con Peter Debry (Pedro Víctor Debrigode).
Puedo decir con total tranquilidad que la novela está no sólo impecablemente escrita, sino que el autor tiene estilo y muy buen gusto, y carece de los defectos de la mayoría de sus contemporáneos (no abusa de gerundios, de frases hechas, ni abunda demasiado en los topicazos del género). También está claro que Halloran intenta (y diría que lo consigue) no ser maniqueo con sus personajes, aunque los yanquis sean los buenos... que ni son tan buenos, ni los rusos son tan malos, sino más de lo mismo. Me resulta muy interesante que, en la apertura de la novela, se produzca una escena en la que Musgrave contempla una manifestación popular en una de las calles de ese país africano. Musgrave reconoce a los manifestantes manipulados y, sobre todo, a los manipuladores pagados por alguna agencia, pues él mismo ha tenido que realizar ese trabajo de adulteración, acoso y derribo en diversas ocasiones: está claro desde el principio que él es gentuza de la CIA. Todo este comienzo me ha traído a la mente lo que está sucediendo actualmente en Egipto y, la verdad, me ha tocado un poco las narices ver que en los años 50, la decisiva injerencia norteamericana en ciertos países estaba clarísima y se podía sacar hasta en las novelas de a duro, y hoy resulta que a cualquiera que insinúe la participación (y la responsabilidad) de esos ingenieros de la manipulación en conflictos actuales, se le tilda de "conspiránoico". Cabe recordar que, cuando la pitonisa le dijo Julio César aquello de "ten cuidado con los Idus de Marzo", César le respondió: "Tú lo que eres es una conspiranóica". (Shakespeare no recogió esta respuesta porque no rimaba, pero es la pura verdad).
Al margen de esta disquisición (que consigno aquí porque me ha dado la real gana y creo que viene al caso), añadiré que la trama está muy bien urdida y no hace aguas; que, como dicen los críticos, los secundarios de Halloran son brillantes (mucho más que su protagonista); que la documentación es impecable; que el tono espionajístico de conversaciones telefónicas en clave y demás zarandajas suenta auténtica; y que de esta novela habría salido una muy buena película.
Y sin embargo, no he aguantado una lectura de un tirón, ni en dos tirones, ni en tres... Leí la primera mitad de la novela, me aburrí y tuve que terminarla haciendo un esfuerzo soberano porque, sinceramente, quería saber en qué terminaba ese follón.
A pesar de este último comentario, la recomiendo, porque es muy posible que, sencillamente y como señalé unas líneas más arriba, las historias de espías me traen al pairo.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Micro Reseña 81: "Un yanqui en la corte del rey marciano", Law Space


"Un yanqui en la corte del rey marciano", de Law Space (Enrique Sánchez Pascual; Espacio: El Mundo Futuro nº73, 1957. Maravillosa portada del misterioso Cha Bril (o Cha' Bril), que merece un post aparte. También en Galaxia 2001 nº59, EASA-Andina, 1977; portada de Prieto Muriana).

Tanto Law Space como Cha Bril (y que a nadie se le ocurra restarle mérito a este brillantísimo ilustrador desconocido) han conseguido de nuevo trasladarme a la época en que los platillos volantes sobrevolaban América, poco antes de que Rod Serling hiciera que medio mundo viajara hasta "La Zona del Crepúsculo" (o "La dimensión desconocida", si lo prefieren ustedes), con esta historia que, a diferencia de las novelitas de ciencia ficción que se publicaban contemporáneamente en Luchadores del Espacio (de Editorial Valenciana) o en la bastante posterior La Conquista del Espacio (de Bruguera), transcurre en el presente (1957) y no en ese lejano (y erradísimo) futuro que podríamos denominar "los albores del siglo XXI"...


Una pareja de ricos texanos visitan New York y terminan en el planetarium de unos grandes almacenes, donde un imitador de Tyrone Power explica al público qué clase de salvajes atrasados son los marcianos y cuánto bien les hará que las buenas gentes de la Tierra les lleven su cultura, sus ciencias y sus artes. Pero hay alguien que no comparte la opinión de John Hervas, el actorzuelo que predica la inferioridad de los habitantes de Marte.
De modo que Timún, que parece un humano normal y corriente, hace una visita al bueno de John y se lo lleva a su planeta (con casa y todo) para enseñarle qué es lo que se cuece en Marte realmente. El destino de Hervas estará ligado, por supuesto, al del monarca marciano...
Con un arranque moralino, buenrollista, edulcorado y casi disneyano se abre esta novelita de Enrique Sánchez Pascual... que pronto empieza a disonar y se convierte en una auténtica pesadilla, pero no para el incauto lector, que se las prometía muy felices con una comedieta de sonrisa fácil, sino John Hervas, que empieza a descubrir que todo lo que le ha contado Timún, todas las maravillas y buenas vibraciones que transmiten los marcianos, pueden ocultar un secreto en verdad horripilante... La primera pista la obtendrá el protagonista en Deimos, antes de llegar a Marte, donde una chica preciosa se cuela en su "casa interplanetaria"... La damita parece asustada, ni siquiera puede hablar, confiesa que ella también es una terrícola... y muere antes los ojos del trasunto de Tyrone Power, asesinada a distancia por una fuerza desconocida...

Sinceramente, servidor esperaba que "Un yanqui en la corte del rey marciano" fuera lo que parecía, esto es, un homenaje a la novela artúrica de Mark Twain... Pero no. Resulta que Law Space tenía algo mucho más perverso en mente, y nos lleva de la mano con esa sonrisa estúpida que dice "estoy viendo La casa de la pradera" para dejarnos con la mandíbula desencajada ante los horrores que se avecinan.
Aunque no está exenta de defectos deusexmachinistas (sobre todo en las últimas páginas de la historia), esta novela es muy recomendable, muy disfrutable y muy reinvindicable.
En las últimas páginas, Law Space nos ofrece una breve "fiction story" (así la llaman en el libro) con un relato de ambientación decimonónica pasada por el tamiz de los estudios Universal (y sobre todo, el "Frankenstein" de James Whale) para contarnos una fábula sobre un científico loco alemán (con castillo incluido) que está empeñado en construir una criatura artificial: el cuento se titula "El primer robot", y al margen del anacronismo que supone la utilización del término acuñado por Karel Capek en los años 20, me ha parecido muy bueno. (Este cuento, por supuesto, no está incluido en la reedición de la novela que se hizo en los años 70 en la colección Galaxia 2001).


Reproducción (ínfima y con marca de agua de Tercera Fundación) de la portada de Prieto Muriana para la reedición de 1977 de esta novela, en Galaxia 2001 nº59. Al parecer, no contiene el relato de complemento.


miércoles, 4 de septiembre de 2013

Micro Reseña 80: "Se alquila una pistola", Frank McFair


"Se alquila una pistola", de Frank McFair (Francisco Cortés Rubio; Punto Rojo nº557, Bruguera, 1973. Me falta la página con las acreditaciones y la fecha exacta de publicación, pero la portada es, sin duda, de Miguel García).

Entretenida (aunque algo flojucha) novela policíaca de Cortés Rubio, que vuelve al poco original tema de "bailarina (QUE NO HACE STREAPTEASE -por si alguien tiene dudas- sino que se limita a enseñar las piernas) en apuros", con un protagonista que no es tan duro ni tan pasado de rosca ni tan mikehammeriano como el detective Tom Cooligan de "Algo para las ratas"... más que nada porque Barney Keller es Agente del Tesoro y suele cazar a los miembros de la Cosa Nostra a la manera de Elliot Ness: por sus finanzas (aunque también a guantazos).

Avril Renton (cuyo verdadero nombre es María Boritski) es una bailarina de piernas perfectas, que elige a sus amistades masculinas por el rasero del dólar. Así que no es de extrañar que, cuando va a tomar una copa a casa de un contable bastante repugnantillo, se encuentre al poco rato (concretamente, tras una oportuna llamada a la puerta) con el cadáver de ese desagradable seboso en hall de la casa. A Avril no le gustan esos líos, de modo que pone pies en polvorosa y si te he visto, no me acuerdo.
Pero la policía no es tonta, así que la pillan, la interrogan, y la acusan de haberse cargado a ese tipo que en realidad es el testaferro de Barty Marino, el representante de la Mafia en la ciudad, y que pensaba colaborar con los agentes de Washington a cambio de una suculenta recompensa...
A todo esto, un senador (un político honrado a más no poder, personaje que me lleva a clasificar esta novela dentro del género de Fantasía Heróica o Literatura Especulativa Poco Convincente) entra al trapo del mafioso Martino y asegura que lo va a meter entre rejas. Y al poquito, el senador termina con una bala insertada en su cadáver por medios no quirúrgicos.
La bala que se cargó al contable y al senador corresponden a una Parabellum que tiene una larguísima historia detrás, y que se remonta a uno o varios crímenes cometidos en el seno del Ejército de los Estados Unidos durante la II Guerra Mundial... De modo que aquí no tenemos a un matón de la mafia enredado, sino a un astuto asesino profesional, cuya identidad es misteriosa, y que encima es un militar retirado...
Con todo esto, pero sobre todo con la maciza Avril Renton, tendrá que lidiar el agente Keller, que también tiene en común con Elliot Ness su afición por abofetear gángsters en público y sin la menor delicadeza.

Lo mejor de la novela, que no está mal pero tampoco es para tirar cohetes, es el final (quizá considere el lector esto un SPOILER, pero yo no lo veo así), pues ¡milagrosamente! no termina en matrimonio, sino con una dama yendo deprisa y corriendo al retrete para vomitar.
Así, sin más.

martes, 3 de septiembre de 2013

Micro Reseña 79: "La pesadilla de los hipogeos", Law Space


"La pesadilla de los hipogeos", de Law Space (Enrique Sánchez Pascual; Espacio: El Mundo Futuro nº58, Toray, 1957; no sabemos de quién es la portada, aunque creemos que es de Cha Bril (o Cha' Bril, también Chábril). Reedición en Ciencia Ficción (2ª época) nº121, Toray, 1972; no hemos encontrado la portada (pero un lector anónimo nos indica donde encontrarla y la reproducimos a continuación). También, nos cuenta el amigo Carlos Bejarano que esta novela se reeditó también con el título de "El mundo de los nictálopes" en Héroes del Espacio nº119, Bruguera, 1982; portada de Antonio Bernal -quizá reciclada de algún otro título de Bruguera- que se puede ver líneas más abajo).
Ciencia Ficción (2ª época) nº121, Toray, 1972. Cubierta de Carlos Prunés.

Un grupo de trogloditas del Paleolítico Inferior, obligados a desplazar su campamento en busca de la caza (que escasea por el eterno invierno que se ha instalado en el mundo) caen por una profunda grieta en una montaña junto con un puñado de mamuts y quedan encerrados en las entrañas de la Tierra para siempre jamás.
No obstante, miles de años después, un científico espeleólogo y su joven ayudante intentan conseguir que el señor Correman, un millonario norteamericano que se ha hecho rico gracias a la industria armamentística, financie la expedición a una sima insondable en Francia: es muy posible que allá abajo encuentren "geoncio" (Dios mío, parece un nombre sacado de Mortadelo y Filemón; perdón por el apunte), un mineral radiactivo UN MILLÓN DE VECES MÁS POTENTE que el plutonio (¡qué burrada!)
El geoncio, por supuesto, sí que le interesa al señor Correman...
A la expedición se apunta la díscola hija de Correman así como su médica (¿?) y el brazo derecho del empresario, un tipo taimado que tiene intención de casarse con la chica guapa...
Por supuesto, en el fondo de la sima hay geoncio radiactivo como para aburrir... pero allí también se encuentran los hipogeos...

Una muy divertida y satisfactoria novela, que peca del uso de algunos topicazos (hay ocasiones en que son bienvenidos, la verdad), y de algunos deus-ex-machina absolutamente inverosímiles e injustificables, como por ejemplo, la última línea de la narración -que, amigos, no reproduciremos aquí... aunque tampoco es un gran spoiler, que digamos.

La novelita, al menos en su edición original (creemos que no en las dos reediciones que nos constan) contiene "Un buen amigo", relato corto de H.S. Thels, amigo íntimo de Law Space (ver mi reseña de "Metamorfosis" de Space) sobre dos atracadores que son salvados por el último individuo al que querrían encontrarse... un Twilight Zone COMO UNA CATEDRAL, que es casi mejor que la novela de los hipogeos. Ya sólo por el relato merece la pena leer este librito.

Aquí, la reseña del señor G77 en Tercera Fundación, que tiene muchos puntos en común con la presente.


Héroes del Espacio nº119, Bruguera. 1982. Portada de Antonio Bernal. Aunque cambia el título, se trata de la novela "La pesadilla de los hipogeos" de Law Space. Gracias a Carlos Bejarano por su aportación y por esta cubierta.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Micro Reseña 78: "Metamorfosis", Law Space


"Metamorfosis", de Law Space (Enrique Sánchez Pascual; Espacio: El Mundo Futuro nº121, Toray, 1958; portada de Fersan -¿alguien sabe quién es "Fersan"?- También en Galaxia 2001 nº283, firmada como Alan Star, EASA-Andina, 1982).


Maravillosa (y temprana) aproximación al tema de los "ultracuerpos" (ya hemos hablado en este blog sobre otras variantes del tema en formato de novela de a duro), que posee una serie de elementos que hacen de este bolsilibro una pequeña joyita.

"Metamorfosis" se abre con un prólogo en el que Law Space cuenta cómo su buen amigo y colega, el autor H.S. Thels (fumador empedernido, no como Space) le hace una visita y charlan acerca del encargo del editor: Space tiene que escribir la enésima novela de invasión, aunque (en palabras suyas) ya "he movido todos los seres posibles: venusianos, jovianos, marcianos, gentes de otras galaxias, del final del cosmos. Los he descrito de todas formas y tamaños: con tentáculos, bicéfalos, telepáticos..."
Sin embargo, Space tiene una nueva idea que comparte con su compañero Thels a regañadientes ("Acabo de entregar una novela. No temas el plagio", le dice Harry Thels): algo relacionado con semillas estelares que huyeron hace millones de años de un mundo destruído; seres inteligentes que sufren metamorfosis y no conocen cuál es su estadio final y adulto...
"Además de haber estado juntos durante muchos años, Harry se dedicó, dentro de la novelística moderna, al mismo campo que yo: la anticipación científica. Y eso ha hecho que nuestras relaciones, que siempre fueron cordiales, se estrechasen aún más.
"Y no quiere decir eso que Thels y yo cultivemos el mismo estilo, ni tengamos, ni mucho menos, las mismas ideas sobre las mismas cosas: precisamente la fuerza, la raíz de nuestra amistad, ha residido en eso: en la disparidad de nuestras opiniones, en la mutua oposición de nuestras ideas".
Todo esto y mucho más nos cuenta Space sobre su amigo Thels. Ha grabado la conversación en un magnetófono y le servirá como preámbulo a la novela. Cuando Space le pregunta a su colega qué se trae entre manos, Thels le dice:
"-¡Oh! Nada de invasiones extraterrenales; el editor está de buenas conmigo. Tengo el proyecto de hacer una trilogía sobre el maquinismo y la cibernética.
-¿Me enviarás el borrador?
-Cuando reciba el tuyo. Tengo ganas de saber lo que has sudado para hilvanar todas esas cosas raras. Aunque confío en que salgas airoso.
-Eso espero, Thels".

Bien: Law Space y H.S. Thels eran pseudónimos del juguetón Enrique Sánchez Pascual, quien también se inventó a Karl Von Vereiter, un médico obligado a experimentar en campos de concentración nazis y que se convirtió en un famoso autor de novelas bélicas. (La reedición de esta novela en Galaxia 2001 estaba firmada como Alan Starr, otro de los muchos nombres de Sánchez Pascual).
Portada de la segunda edición de "Metamorfosis",
en la web de Tercera Fundación.
No la hemos conseguido a mayor resolución,
ni sabemos quién es el autor, ni nada de nada...
Está claro que la tradición de jugar al heterónimo es antigua y muy recurrente: el norteamericano Philip José Farmer lo hizo con fruición, Lem Ryan (Francisco Javier Miguel Gómez) utilizó a su pseudónimo como personaje en una de sus novelas, y de Mark Halloran (Jorge Gubern Ribalta) se decía que había llegado a España "huyendo de los agentes alemanes a través de toda Europa". Si uno echa un vistazo a las contraportadas de colecciones como FBI, de Editorial Rollán, se encontrará con declaraciones firmadas por los autores que explican cómo se encuentran en el escenario donde se están desarrollando los hechos de su próxima novela...
Pero llegar al punto de sacar en un libro a dos heterónimos-personajes perfectamente diferenciados, charlando tranquilamente... bueno, amigos, eso es tener un nivel muy alto.
Curiosamente, en la Red de Redes no es extraño encontrarse con lectores escandalizados cuando descubren estos "trucos", pues los consideran viles engaños: les molesta soberanamente, por ejemplo, que se hable del "Necronomicón" como si fuera un libro real -hay más de una docena de Necronomicones en papel (uno de ellos es una novela de a duro) que existen y se pueden comprar; yo mismo escribí uno-, y consideran que estos procedimientos metaliterarios enturbian las investigaciones bibliográficas. Tienen razón: los autores que jugamos a esto lo hacemos por fastidiar y complicarle la vida a los investigadores e historiadores serios, no lo duden ni por un segundo... Nuestra intención nunca es aportar un nuevo nivel de lectura y de ficción que enriquezca las obras, que genere relaciones entre novelas distintas (el autor de una es el protagonista de esta otra), y que convierta un montón de historietas de marcianos, vaqueros, gángsters y monstruos en un mosaico complejo de múltiples facetas. (Guiño, guiño; codazo, codazo...)

Disquisiciones al margen, la acción de "Metamorfosis" comienza en la ficticia Star City, donde un repartidor de huevos cumple su faena. Poco después descubre que los huevos que ha repartido se han vuelto de color negro y, al romperlos, hieden... Unas semanas después, se produce un fenómeno realmente extraño: un perro empieza a empaparse de cultura en la biblioteca de su ama, un gato cambia los canales de televisión y mira programas educativos y noticieros, unos caballos irrumpen en una biblioteca, unas cobayas ("cobayos", en el texto original) observan atentamente en el microscopio una muestra de tejido cerebral humano, para sorpresa del investigador de turno...
La "invasión" de animales superdotados se extiende por los Estados Unidos de América. Y lo que parece un insólito (y simpático) fenómeno, se convierte en breve en la antesala de horrores que podrían desencadenar una nueva guerra mundial: los USA invaden Latinoamérica y Canadá, multiplican por 500 su presupuesto para defensa, y preparan las armas para enfrentarse al resto del mundo...

Si esto es tan sólo "la enésima variación de los ladrones de cuerpos", como dice la poco laudatoria micro reseña de esta novela por el señor G77 en la web de Tercera Fundación, pues ¿qué quieren que les diga? ¡Que estoy de enhorabuena y que bienvenida sea!
Enrique Sánchez Pascual (padre del guionista de tebeos Enrique Sánchez Abulí, creador del gángster Luca "Torpedo" Torelli) se ha ganado con esta novela mi admiración y pienso seguir leyendo su extensísima obra, tan agradable, tan twilightzonesca en su vertiente cienciaficcionera, y tan ingeniosa.

¿Debo añadir que os la recomiendo fervorosamente?

domingo, 1 de septiembre de 2013

Micro Reseña 77: "Algo para las ratas", Frank McFair


"Algo para las ratas", de Frank McFair (Francisco Cortés Rubio; Punto Rojo nº367, Bruguera, mayo de 1969; portada de Desilo).

McFair me había dejado un buen sabor de boca con su novela rusófila de ciencia ficción "El descubrimiento", y ahora he tenido el placer de descubrirlo en su vertiente policíaca, que viene avalada por las recomendaciones de mis amigos e investigadores Antonio Guerrero y Andrés Peláez Paz.

"Algo para las ratas" es la clásica fábula de chica en apuros (bailarina que, el autor lo subraya, NO HACE STRIPTEASE) acosada por un proxeneta que trabaja para la mafia. Cuando recurre a la policía, resulta que esos tipos también son unos corruptos de mucho cuidado y quieren abusar de ella.
Pero el sargento Cooligan, un tipo con cara de rana, se lleva a la chica a una cafetería para decirle que vaya a ver a su hermano Tom, que es detective privado y que podrá ayudarla.
Y aquí, amigos, es cuando empiezan las bofetadas... Porque Tom Cooligan es un borracho empedernido que se mete entre pecho y espalda las botellas de whisky como si fueran Solán de Cabras; es más duro que el pedernal, y tiene un ayudante (Jack) aficionado a los puños americanos que es, posiblemente, lo mejor de la novela.
"Algo para las ratas" (un título al que no se hace referencia en la historia; quizá se lo puso el impresor) recuerda al Mickey Spillane de Mike Hammer, peca de ciertos tópicos (los buenos son muy buenos pero muy violentos; los malos se merecen todo lo que les pase), pero es una lectura muy entretenida y, ¿cómo decirlo?, refrescante... (Y los diálogos están muy bien, cosa importante en la serie negra).
Volveré a Frank McFair cuando tenga ganas de ver cómo un tío durísimo pone a los malos en su sitio a hostia limpia. Cosa que sucederá en breve.